Efesios 4:8-13 – Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. m 9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Hoy estamos celebrando el día más importante del cristianismo y de la historia: La resurrección corporal de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros celebramos su resurrección, porque venció la muerte, al pecado y al diablo.
Esto nos dice, que su sacrificio expiatorio no fue un simple acto de valor, fue un acto de misericordia, por que dio su vida por una humanidad perdida y lejos de Dios que no tenía nada que ofrecer a cambio. Esto dice, que al dar su vida, pagó el precio que exigía la ley para reconciliarnos con Dios, precio que ningún Ser Humano pudo pagar.
Pero lo más importante de su sacrificio está que al tercer día, un día como el que estamos celebrando hoy se levantó de entre los muertos, como el único intercesor entre Dios y los hombres; y el único camino, el único medio para reconciliarnos con Dios.